Estos días toca en la asignatura de “Conocimiento del medio”,
ya les vale ya con el nombre, el siglo de Oro, con el inicio y fin de la
dinastía de los Austrias; así que me ha venido a la memoria la degeneración
genética producida en la naturaleza humana de los reyes a causa de la endogamia
y la consanguinidad.
Y ahora viene la explicación, la letra pequeña, lo que no
cabe en los libros de Primaria, la luz del saber que ilumina al ignorante.
Echemos un poco el tiempo hacia atrás, a finales del siglo
XV y principios del XVI.
En el afán de los poderosos de mantener sus privilegios, se
llevaba por entonces el matrimonio de conveniencia, nada de amor, ni San
Valentín, ni otros romanticismos, sino el puro interés, consiguiéndose con ello
aumentar los territorios, crear frente común contra los enemigos, poner fin a
guerras o mantener la paz… El amor para los pobres.
Así que Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón unieron
sus cuerpos y sus reinos, y terminando por conquistar el último reducto
musulmán de la península formaron la España política (geográficamente ya
existía la palabra España, Hispania, que derivaba de la palabra fenicia
i-shepham-im, o tierra de conejos), a la que añadieron la recién descubierta
América.
El Rey Católico al que no le quedaban vivos herederos
varones, nombra reina a su hija Juana la loca, quien siguiendo la tradición del
matrimonio de conveniencia se había casado con Felipe I el Hermoso, de los
Habsburgo o Austria, de la Casa de Borgoña, quien dará nombre a la dinastía, aportando
los territorios de los restos del Sacro Imperio Romano Germánico.
Su hijo Carlos I, o sea el nieto de los Reyes Católicos, se
convertirá en emperador, rey de reyes, y como buen alemán, buen comedor y buen
bebedor; en cuyos territorios no se ponía el sol, pero había unos eclipses y unos
nubarrones impresionantes.
En el siglo XVI y XVII llegan Felipe II, Felipe III y Felipe
IV, el macho alfa, engendrador de más de una treintena de hijos bastardos, pero,
pero, pero… su ultimo vástago, Carlos II, había sido engendrado, según
confesión del propio monarca a un cortesano: “en la última cópula lograda con
la reina”, y como le decía uno de sus médicos “…es que su majestad dejó para la
reina sólo las escurriduras”.
En todos ellos había manifestaciones endogámicas de
consanguinidad, siendo el culmen Carlos II, el Hechizado, impotente, débil y
enfermizo, con hasta un 25% de genes idénticos, equivalente a una relación
incestuosa entre padre-hija o hermano –hermana.
La propaganda oficial nos presenta al pequeño Carlos II aún
príncipe, como un niño rollizo y con coloretes en los carrillos, de ésos que
dan ganas de darle un pellizco, pero un
embajador de Francia, hay que ver como son estos franceses, nos dice que parece
bastante débil, muestra signos visibles de degeneración, tiene flemones en las
mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura. Total, una
porquería.
Resumiendo, Carlos II era hijo de tío y sobrina, nieto de
parientes próximos, biznieto de tío y sobrina y tataranieto de primos hermanos.
No es de extrañar por tanto su degeneración física y psíquica, su esterilidad y
como consecuencia el que no pudiese tener hijos dando fin a su dinastía. Quizá
si la reina hubiese sido más cariñosa con el jefe de la guardia aquella noche no
estaría escribiendo ésto
Notas: Fernando II de Aragón al quedar viudo y ya anciano se
casó con una princesa francesa, Germana de Foix, con el objetivo de tener un
hijo varón y quitar el reino de Aragón a Felipe I viendo que la toma de
decisiones se había desplazado a Europa, pero murió de indigestión de la viagra
de la época: testículos de toro, un alimento que se consideraba infalible
afrodisíaco.
A pesar de la desaparición de la dinastía de los Austrias en
España, la Reina Sofía aún lleva sangre centroeuropea, siendo su nombre nada
menos que Sofía Margarita Victoria Federica Schleswig-Holstein Sonderburg y
Glücksburg.
Carlos II por Carreño de Miranda.
Como pintor de cámara que era lo saco bastante apañado,
no en vano le iba el empleo en ello.
Lo que habría hecho Carreño si hubiese existido el Photoshop.
Para saber más:
Carlos Fisas. Historias de Reyes y Reinas. Las anécdotas de
los Austrias.
Juan Eslava Galán. Historia de España contada para
escépticos.