Pero, ¿ os habéis dado cuenta de que son "alérgicas al movimiento" ?, al ajeno claro.
Si estamos corriendo, saltando, incluso caminando, nunca tendremos moscas posadas en nuestro cuerpo, pero ¡ay! si paramos, entonces aprovecharán para aterrizar.
Frente a las moscas: las avispas, abejas, tábanos, mosquitos, y toda la parentela. Ya podemos echar a correr y hacer aspavientos, pero el picotazo nos lo llevamos puesto, además de la falta de aliento provocada por el inusual uso de nuestras piernas.
He recordado lo de las moscas leyendo el libro "Anécdotas de enfermeras", de Elisabeth G. Iborra, (Ed. Styria), historias reales, a veces trágicas, a veces cómicas, siempre humanas, contadas de primera mano por sus protagonistas, una profesión a veces tan injustamente valorada.
Os extraigo un fragmento:
"... Hablando de muertos, es cierta la historia de que aparece una mosca y que no hay manera de echarla cuando se va a morir un paciente. Y dos si se van a morir dos. Tiene su lógica: los animales detectan antes que los humanos la putrefacción".
Mis moscas más grandes
se comen a las otras,
¿ por qué ?
¡ Mira que están locas
estas bichas tan gordas !
y, ¿qué ?
Para recordar
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