En la
oscuridad de las profundidades marinas viven los cerátidos, unos peces que
emiten luz con la que atraer a sus presas y comérselas.
Pero claro,
los machos diminutos atraídos por las hembras de gran tamaño también pueden
convertirse en presa, por lo cual cuando se encuentran, el macho lo primero que
hace es sujetarse con su dentadura al primer lugar que encuentra.
Y ya no se
suelta en la vida.
La boca del
macho crece y queda unida a la piel de la hembra, los ojos se vuelven ciegos y
el sistema digestivo se atrofia, unificándose el sistema sanguíneo de ambos
ejemplares, convirtiéndose en un parásito válido únicamente como productor de
esperma.
Lo que se
dice amor eterno.
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