Los pájaros que viven en la espesura de sotos y zarzales son de pequeño tamaño, lo que les facilita desplazarse entre la maraña de ramillas facilitando su mimetismo frente a los predadores.
Muy difíciles de ver aunque no de escuchar, destaca la gran potencia de su canto. No en vano deben atraer a la hembra, que como nosotros tampoco ve y debe orientarse por el oído.
En el paisaje contrario, las estepas, no hay lugar para esconderse y los pájaros: calandrias, cogujadas o terreras son de colores terrosos para mimetizarse sobre tierra y piedras. También cantan, así que es de suponer que lo tendremos fácil para encontrarlos, si lo oigo cantar y no tiene sitio para esconderse...
Pero la realidad nos muestra lo contrario, lo oímos por la izquierda y lo vemos volar por la derecha, o está delante y el canto viene de un lado. Ello se debe a la longitud de onda del canto es similar a la distancia que hay entre nuestros oídos, produciendo una ilusión acústica, haciendo que seamos incapaces de localizarlos.
Bueno, estoy seguro de que un físico lo explicaría mejor.
El ruiseñor bastardo (Cettia cetti), típico canto de choperas: ¡eh! tú, ¡véte!, ¡véte!, ¡véte!. Ahora los científicos políticamente correctos están intentando cambiarle el nombre por ruiseñor cetia, aunque igual le podían llamar ruiseñor ilegítimo.
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