Con 2.000 años de cultura cristiana a nuestras espaldas y con aversión genética, las serpientes no suelen caer bien a la mayoría de la gente, entre los cuales me incluyo, en el sentido de que tener una mascota que no interactúa contigo es como no tener mascota, pero para gustos, los colores.
Puntualmente saltan a los medios de comunicación noticias sobre la presencia de serpientes en domicilios, generalmente porque se han escapado de sus terrarios y han ido a parar a la casa del vecino, y que, aparte del susto, poco daño pueden hacer porque generalmente son ejemplares constrictores de pequeño o mediano tamaño.
En las serpientes predomina la fibra muscular blanca, poco explosiva pero que permite realizar esfuerzos sin apenas gasto energético; frente a la fibra muscular roja de los mamíferos, muy rápida pero que hace que el músculo no pueda estar mucho tiempo en tensión.
El grupo de las constrictoras rodea a la víctima, no tienen prisa, el ir apretando no les supone apenas esfuerzo muscular, aprovechan cada expiración de la presa para constreñir un poco más, de ahí que ésta acabe muriendo por asfixia al no poder usar los músculos que permiten la respiración.
Y para los que buscan tres pies al gato, he escrito constrictoras, no constructoras.
Boa constrictora (Boa constrictor)
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